Batimos la mantequilla con 100 gramos de azúcar en la batidora a velocidad media hasta que se integren los dos ingredientes.
Mientras tanto, separa la clara de la yema de los huevos, y batimos las claras a punto de nieve. Cuando empiecen a montar, vamos poco a poco incorporando el resto de los 100 gramos de azúcar.
A continuación, incorpora a la masa anterior las claras montadas y vamos mezclándolas con movimientos suaves.
Unimos y tamizamos la harina con la sal y la levadura.
Después, añadimos esta harina, la crema de orujo y el resto de la harina en este orden, y batiendo a mínima velocidad entre cada tanda.
Ahora, separamos la mitad de la masa en dos, y a una de ellas le incorporamos el cacao y mezclamos.
Antes de hornear, untamos de mantequilla el molde y los espolvoreamos con harina para que la masa no se pegue, y para conseguir el efecto marmolado vertemos las dos masas en diferentes tandas. Yo, por ejemplo, suelo verter la mitad de la masa sin cacao en el molde, luego toda la masa con cacao, y finalmente vuelvo a echar el resto de la masa sin cacao. Para un mayor efecto, puedes mezclar las masas a tu gusto con ayuda de un tenedor.
Finalmente, calentamos a 180º con calor arriba y abajo durante 50 minutos y dejamos enfriar antes de servir.